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Mercosur – ¿mayores turbulencias por delante?

A lo largo de los últimos 15 años, he asumido una posición incansable en defensa del Mercosur. Siempre he entendido nuestras relaciones político-económicas y comerciales con los países de la región como de gran importancia. Recuerdo que las principales razones que llevaron a los presidentes José Sarney y Raúl Alfonsín a lanzar el Mercosur (al que posteriormente se unieron Uruguay y Paraguay) fueron de naturaleza política, ya que, recién salidos de regímenes autoritarios, este acuerdo sería un excelente antídoto contra posibles recaídas.

Uno de los aspectos positivos del Mercosur ha sido que ha aumentado progresivamente el conocimiento mutuo entre argentinos y brasileños, que antes prácticamente se ignoraban, y aunque nuestras relaciones comerciales han tenido altibajos, se han ampliado sustancialmente.

En períodos más recientes, la economía brasileña, mucho más dinámica que la de nuestros vecinos y con una clase empresarial más activa, ha acumulado saldos comerciales significativos. Junto a este aspecto, las dificultades de Argentina para acceder al mercado internacional después del default de su deuda externa han llevado a nuestros vecinos a adoptar medidas proteccionistas cada vez más severas para preservar sus reservas de divisas, lo que ha tenido un fuerte impacto en las exportaciones brasileñas. Los exportadores argentinos deben exportar el equivalente en dólares de lo que están comprando.

El gobierno de Brasil, en varios momentos, ha adoptado una actitud comprensiva, tratando de entender las dificultades de nuestros vecinos, incluso yendo en contra de los intereses brasileños y siendo muy criticado por ello. La Federación de Industrias del Estado de São Paulo (Fiesp), a pesar de defender a la industria paulista, también ha intentado encontrar algún equilibrio para minimizar los efectos proteccionistas de nuestros vecinos, fomentando la sustitución de importaciones de productos que compramos de otros países por similares argentinos, lo que ha reducido nuestro déficit con Argentina.

Por estas y otras razones, hoy en día no existe el mismo entusiasmo por el Mercosur, y cada vez son más los empresarios, economistas y otros formadores de opinión que defienden abandonar el bloque como unión aduanera y transformarlo en una zona de libre comercio. Entre otras razones, porque no podemos buscar otros acuerdos comerciales sin el consentimiento de nuestros socios.

Como bien recordaba el ex ministro de Relaciones Exteriores Celso Lafer, nuestra relación con Argentina no es una opción, es nuestro destino. Por lo tanto, todo lo que sucede al sur de Brasil nos afecta directamente.

Las políticas argentinas en disputa con Brasil, como sus barreras comerciales, la inflación y las restricciones al dólar, han sido ampliamente debatidas. Sin embargo, lo que no se ha entendido adecuadamente es un nuevo y posible grave problema que surge en el horizonte: la amenaza de otra crisis en su sector externo, cuya magnitud es difícil de calcular y que debemos seguir de cerca.

En el centro de la cuestión está el pago a los acreedores que no aceptaron el intercambio unilateral de bonos en 2005 y 2010, que el país dejó de pagar en 2001. El total de la deuda de aquellos que no aceptaron los acuerdos asciende a 1.400 millones de dólares. Estos acreedores han obtenido ganancias en diferentes instancias del poder judicial estadounidense. Según se sabe, el gobierno argentino solo estaba dispuesto a ofrecer los mismos términos propuestos a aquellos que habían aceptado previamente el intercambio.

Con los mercados internacionales bloqueados, Argentina solo ha estado pagando sus obligaciones con los bonos “performing” de 2005 a 2010, utilizando las reservas del Banco Central de la República Argentina (BCRA), que estaban en una posición favorable mientras sus materias primas aumentaban de precio. Las reservas actuales, que ascienden a unos 37.000 millones de dólares, están en su nivel más bajo de los últimos cinco años.

El 23 de agosto, Argentina perdió la apelación y se determinó que el país debe pagar 1.330 millones de dólares a los tenedores de bonos que se negaron a participar en dos reestructuraciones de la deuda. La Corte de Apelaciones de Nueva York declaró que la implementación de la decisión quedó en suspenso hasta que la Corte Suprema resuelva el asunto. Esta decisión puede tardar un año o más y obligará al gobierno argentino a revisar su posición y tener que renegociar nuevamente.

Los mercados están cada vez más preocupados por una nueva crisis que puede ocurrir. El riesgo país de Argentina sigue siendo uno de los más altos del mundo, lo que es un indicador importante del nivel de falta de confianza.

Los efectos de una baja tasa de crecimiento en 2013 y altas tasas de inflación en Argentina solo empeorarán la situación general. Y el BCRA será prácticamente la única fuente de crédito para el país si los mercados adicionales para bonos argentinos, incluso los de provincias y municipios, que aún tenían acceso al mercado, son bloqueados.

Para Brasil, las consecuencias, obviamente, serán negativas, ya que aumentarán las barreras comerciales y las dificultades para exportar. Hoy en día, aunque ciertamente hay una mayor conciencia en los mercados internacionales de que Brasil y Argentina están pasando por momentos diferentes, no podemos ignorar los posibles desenlaces indeseables para nuestro país.

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