Las convenciones partidarias que confirmarán a los candidatos a presidente de la República se llevarán a cabo en junio, poco antes de la Copa del Mundo. A partir de agosto, todas las miradas estarán puestas en las elecciones. Habrá poco tiempo para un debate efectivo sobre los temas más importantes que afectarán a la economía, políticas sociales, medio ambiente y políticas externa y de comercio exterior en el próximo gobierno, a partir de 2015.

Por lo tanto, parece oportuno que algunos temas comiencen a ser discutidos para influir en los programas de los futuros candidatos. Uno de los temas que más controversia ha generado en los últimos 12 años es el de la formulación y ejecución de la política externa y la gestión del Ministerio de Relaciones Exteriores, que antes era considerado una de las instituciones de excelencia en la vida pública brasileña.

El senador Aécio Neves (PSDB-MG), candidato probable de la oposición en octubre, fue el primero en presentar sus ideas sobre áreas que considera prioritarias para discutir durante la campaña electoral. Entre los temas destacados en su programa, y que se espera sean desarrollados en propuestas concretas para la consideración de la sociedad brasileña, se encuentra el papel del Ministerio de Relaciones Exteriores, los desafíos de la política exterior y sus implicaciones para la política de comercio exterior. El reto es reintegrar a Brasil en el mundo y aumentar su credibilidad y proyección externa.

Según Aécio Neves, “el sesgo ideológico impuesto a nuestra política externa en los últimos años está aislando a Brasil del mundo. Hemos dado la espalda a importantes naciones democráticas y hemos abrazado regímenes claramente totalitarios, en flagrante contraste con las mejores tradiciones de nuestra diplomacia. Con visión de futuro, el compromiso es conquistar un lugar privilegiado para Brasil en el mundo. Es necesario abandonar la política externa de alineación ideológica adoptada en los últimos años y recuperar la tradición de competencia y la actuación independiente de la diplomacia brasileña. El Ministerio de Relaciones Exteriores debe servir a Brasil y defender el interés nacional, por encima de cualquier interés partidista. Nuestra diplomacia también debe recuperar en el exterior los compromisos que defendemos internamente, como el repudio a las tiranías, el derecho a la paz, la solidaridad internacional en defensa de la democracia, el respeto a los derechos humanos y al medio ambiente”.

El programa también destaca que “la politización de la política exterior tiene graves consecuencias en la política de comercio exterior: acentúa el aislamiento en lugar de ampliar la integración; produce fricciones en lugar de una cooperación productiva; empobrece nuestra agenda comercial en lugar de dinamizar los intercambios y oportunidades. Las decisiones erróneas de política exterior hicieron que, en los últimos años, Brasil no negociara acuerdos con las principales economías y bloques, para dinamizar nuestras relaciones comerciales. La integración regional se está deshaciendo y Brasil continúa a la zaga de los acontecimientos. Dejamos de abrir mercados para los productos brasileños y de ampliar la modernización de la estructura productiva interna, debido a la falta de acceso a la innovación y la tecnología de punta”.

“Específicamente en relación al Mercosur, el bloque necesita volver a ser lo que era cuando fue concebido: una área dedicada a la liberalización del comercio y la apertura de mercados. Brasil debe asumir un liderazgo efectivo en la región y proponer los cambios necesarios para el crecimiento de nuestro comercio internacional y el desarrollo de nuestra economía. La negociación de un acuerdo integral y equilibrado entre el Mercosur y la Unión Europea debe concluirse, incluso si para ello Brasil avanza más rápidamente que otros miembros del bloque, para no quedar atrapados por ellos. Brasil debe volver a integrarse en un mundo en el que las relaciones son cada vez más interdependientes. Nuestras empresas producen con calidad, pero cada vez con menos competitividad debido a los altos costos internos. Es necesario crear condiciones para ayudarlas a integrarse en las cadenas productivas globales, a través de una profunda mejora, racionalización y simplificación del entorno económico interno”.

El programa, en tres párrafos, lanza el debate que incluye cuestiones de interés para los empresarios, trabajadores y la sociedad en general. El principal objetivo es recuperar el prestigio del Ministerio de Relaciones Exteriores y su centralidad en el proceso de toma de decisiones internas. El trabajo de la Cancillería debería tener como objetivo solo el interés nacional, por encima de las plataformas de los partidos políticos. Entre otros temas, se discutiría cómo mejorar su gestión para evitar situaciones equivocadas y responder a los desafíos actuales; cómo volver a proyectar a Brasil en el mundo a través de políticas sin prejuicios ideológicos; cómo ampliar la relación con nuestros vecinos sudamericanos y la integración regional, actualmente los mayores problemas de la política exterior; cómo volver a dar prioridad a las relaciones con los países desarrollados de donde puede venir la cooperación para la innovación y la tecnología; cómo volver a examinar la estrategia de negociación comercial externa, paralizada por el aislamiento de Brasil, que en 12 años solo ha negociado tres acuerdos de libre comercio; cómo profundizar los acuerdos comerciales con Perú, Colombia y México; cómo iniciar conversaciones para asociar a Brasil con acuerdos regionales y bilaterales con países desarrollados para integrar a las empresas nacionales en las cadenas productivas globales; cómo completar la negociación con la Unión Europea, que lleva más de 12 años; cómo mejorar el proceso de toma de decisiones internas para fortalecer la Cámara de Comercio Exterior (Camex) y dar más relevancia y apoyo al sector externo, que solo logró presentar un superávit en 2013 gracias a maniobras contables en la industria petrolera.

Estos son algunos de los temas que el futuro gobierno deberá enfrentar y que es hora de comenzar a debatir.